Ofir de Salomón, hijo de david.
Había yo pasado los setenta de mi edad, y vivía semirretirado en la ciudad española de***, capital de provincia, sin mal pasar, que era soltero. Con salario mediano, y unas rentillas remate y mejora del ordinario, sin mujer ni hijos, que son desaguadero, aunque nobilísimo, de casi inexhausto raudal, iba gastando la vida de manera...