Dos quecas y un atole por favor
Seis calles cuesta arriba, encaminando mis pasos en dirección al Sol, con sus rayos suaves acariciando mi tensa espalda, y aquel ligero viento que zangolotea mis cabellos rizados, aún guardó en ellos el olor a camelina alborotada y en mi pensamiento cada paso de mi andar diario en aquella comunidad escondida del territorio Michoacano; atrás...