Cocina de niñez

Cocina de niñez

A. G. Santás

24/04/2017

– ¿ Oyes ese crujido ? Ese ruido característico de las hortalizas frescas, lo orgánico desmenuzado con paciencia y mimo. Ajo, cebolleta…puerro, la tierra y su simiente al servicio del paladar humano. Si eso no nos hace merecedores del reino de los cielos, ¿ Qué lo hará ?

Cerró los ojos mientras aspiraba con deleite los diversos olores que como una divina exhalación, habían inundado la cocina. Al punto, levantando de golpe el índice de la diestra, se acercó a la pequeña vinoteca. Sacó una botella de vino tinto que descorchó con gesto ágil antes de acercársela a la nariz.

– Syrah reserva de Masset de Lleo. Hum… ¿ Te gustaría probarlo ? Bueno, quizás más tarde. En fin -Sirvió apenas un sorbo en una ancha copa que observó con el ceño fruncido durante unos minutos, como si tratara de encontrar en ella todas las respuestas que la vida le había negado- no hay nada como el olor de la buena cocina. Cada vez que cocino, vuelvo a la niñez ¿ A tí no te pasa ?. La pequeña cocina de mi madre, allí en la aldea. ¿ Sabes ? – Hizo una pusa para apurar el sorbo de vino. Paladeó varias veces antes de continuar -La guerra se llevó muchas cosas. Incluso la caza parecía haberse exiliado a zonas inaccesibles para nosotros, y en las escasas ocasiones en que entraba en casa un trozo de carne, venía acompañada de un alborozo festivo que nuestra sociedad de la cómoda inmediatez no puede siquiera imaginar.

Hizo otra pausa, esta vez para saborear los agridulces recuerdos con los ojos brillantes por la lejanía del tiempo. Sacudió la cabeza y se acercó al fuego para añadir a la sartén, con aire científico, una pizca de chile, miel, vinagre y bourbon. Volvió a cerrar los ojos y, en silencio, comenzó a remover la salsa que serviría de base para un delicioso asado.

– Ahora es todo demasiado asequible, ¿ No te parece ? A veces hay que disfrutar de lo extraordinario. A veces hay que volver a la niñez.

– Por favor…

– Sshhhh. No llores. ¿ Tienes miedo ?

– ¿ Por qué no me dejas marchar ? No diré nada a nadie. ¿ Qué quieres de mí ?

– Tranquilo – Dijo sin levantar la cabeza de la sartén – pronto lo vas a averiguar.

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