La guarida
Sentada en la silla con los ojos muy abiertos, miro a la bruja. No estoy atada, ni encerrada, pero no puedo pensar en escapar porque ella oye lo que pienso y con un gesto me mantiene quieta. Está detrás de una enorme olla, removiendo el guiso con una cuchara de madera que sujeta con las...