Pasta sabor a orgasmos

Pasta sabor a orgasmos

Giova Herrera

28/04/2017

Estaba cocinando las pastas más deliciosas de toda la historia, o eso me parecía, me disponía a picar en pequeños trozos un tomate rojo, el cual sería miembro indispensable de la tan esencial salsa, esa que después bañaría con un leve roció la deliciosa pasta.

Cuando de repente hiciste presencia en la cocina, portabas una blusa que dejaba semidescubiertos tus senos, y una pequeña falda que le daba vía libre a mi imaginación, mis ojos se degustabas las papilas gustativas. Me ofreciste ayuda, la cual acepte con gran fascinación, dejaba en tus manos el tomate rojo, te confiaba la tarea que yo había empezado, mientras yo me concentraba en lo que sería el postre y la bebida, me dirigí al lugar donde se encontraba el mejor vino de la ciudad y, compre un vino italiano, antes de llegar hice otra parada para acceder a lo que sería el postre, adquirí unas fresas rojas cuyo objetivo era bañarlas en crema de leche.

Oh sorpresa cuando llegue a la cocina, allí se hallaban servidas en la vajilla de porcelana las pastas más apetitosas de toda la historia, pero eso no era todo, al lado de ellas yacía tu cuerpo desnudo, te me ofrecías como postre, y yo de tarado comprando fresas. Los senos que habían entrado semidescubiertos ya se encontraban sin ninguna clase de protección, la pequeña falda ya no interrumpía mi vista, me hallaba en uno de los momentos más difíciles de mi vida, por primera vez tuve ganas de empezar comiéndome el postre, pero como buen comensal sabía que eso no era lo correcto, así que tome la decisión de desnudarme y servirnos a cada uno una copa de vino, para acto seguido sentarnos a tragar las pastas más deliciosas de toda la historia, cada bocado entraba a mi boca con gran placer, aunque también se le veían las ganas que tenia de devorarse el postre, cuando los platos se vieron vacíos, nuestros cuerpos entendían que era el turno de que ellos comieran, la porcelana salía a volar, la mesa nos recibía con gran disposición.

Y al final todo terminaba como tenía que terminar, tu cuerpo bebiendo de mi leche y mi boca saboreando tus senos. Cuando todo acabo en esa infinidad de orgasmos, nos dimos cuenta que nos habíamos tragado la pasta más deliciosa de toda la historia, y el postre más excitante de todo los tiempos.

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