La «bondad» de un mal trabajo
Llegó como cada mañana. Cansado. Tras treinta minutos de metro, una hora de tren de cercanías, quince minutos de autobús y un paseíto de otros quince, tiempos todos ellos convenientemente adulterados por los habituales, aleatorios y estériles períodos de espera, excepción hecha del tonificante paseo final. Y pese a ello, el prolongado período de confinamiento...