El duermevela del guardagujas
Medardo no lograba conciliar el sueño. En parte porque el cuerpo le dolía como si un ejército de soldados sin rostro le hubiera dado una paliza -que era exactamente lo que había sucedido-, pero principalmente por un dilema ético y vital que le rasgaba los sesos desde sus adentros. Cuando se giraba en la cama,...