El sicariato
I Siempre andamos juntos. Somos inseparables, como las heces y el mal olor. Somos hermanos: arrojados a través de la sucia concha de nuestra madre y engendrados por los líquidos calientes de los clientes del miserable lupanar en donde por unos pesos se cogían a la más vieja de las suripantas. Como Dios es malvado...