El callejón de los chicles
Mi abuelo Telmo cuenta que cuando yo tenía dos años, la tía Carmen me tendió su vieja cámara de fotos y desde entonces no han podido quitármela de las manos. Aún conservo el leve recuerdo de la cantidad de botones que pedían a gritos ser presionados, y la ventana liliputiense por la que veía todo...