¡Acuéstate a dormir ya, desgraciado!
Aspiró con fuerza su cigarro. El humo le cubrió el rostro hinchado y enrojecido. Se recostó de la pared tratando de fundirse con el muro. En una noche tan fría y oscura era poco probable que alguien se fijara en ella; aun así, quería quedar anónima entre las rendijas de los ladrillos. La luz en...