UN PUNTO POR UNA VIDA
¡Por favor abuelío!- supliqué utilizando aquél mote cariñoso que, el primero de sus 45 nietos decidió adjudicarle, sin piedad. Sabía que así le tocaría la fibra sensible -¡cuéntamelo otra vez! -Está bien niña- claudicó finalmente con los ojos inundados de ternura- pero sólo si prometes que no se lo dirás a tu madre. ¡No es...