LA SEÑORA BLANCA
La música sonaba con reiterado frenesí hasta convertirse en un perturbador ruido frenético, que me obligaba a tomar mi celular y verificar quien se había atrevido a despertarme, poco antes que dieran las seis de la mañana. -¡No, no puede ser! La señora Blanca me ha dejado un nuevo mensaje de voz; recuerdo el día...