Capitán Mollusque
Su embarcación tan modesta y rústica, una balsa de madera, lo aguardaba casi todas las noches en una casilla ubicada en el puerto.
club de escritura Fundación Escritura(s)-Fuentetaja
447participaciones
IV Concurso de Historias del trabajo Admisión de originales: del 12 de marzo al 10 de junio
Periodo de votaciones: del 11 de junio al 8 de julio
Fallo del Jurado: el 31 de julio
Su embarcación tan modesta y rústica, una balsa de madera, lo aguardaba casi todas las noches en una casilla ubicada en el puerto.
* A cada paso que avanzaba hacia la tumba, a Thomas le vino a la mente los recuerdos de cuando él y su amigo Alfred comenzaron en Graffiti Artist, la empresa donde ejercieron la carrera de dibujante. ¿Te acuerdas cuando le decía a Elisabeth que te encontrabas en otra ciudad haciendo un curso, mientras estabas...
Si lo encontrara, me mirarían de otra forma, como a quien no depende, como al que hace los deberes o tiene la autoridad necesaria, para ordenar un caos en un instante. Ese día, como siempre fui en su búsqueda, llevé mi resume, recomendaciones, esperanzas, creo que todo. La fila, llegaba hasta la esquina, la señora...
El sudor del pecho mas brotado por las contaminaciones de la hedionda pero abundante mina, se colapso del cansancio, se fatigo el corazón senil y poco apasionada por el trabajo diario. Pero el sostenimiento de una familia hacia cada picotazo mas que justo y necesario. Las madrugas en turbulentas lluvias, las tardes en fervorosos calores,...
La escena tiene lugar en un supermercado, aunque podría haber sido en cualquier otro lugar. Son las seis de la tarde cuando llego al supermercado. Con el aguacero que cae, me digo, dejo el coche en el aparcamiento para no tener que ir con el paraguas en la mano mientras hago la compra. Al final...
Los dioses ayudan a los hombres que se ayudan a sí mismos. – Virgilio – La cena de Navidad de este año se iba a celebrar en un complejo de turismo rural en la sierra de Madrid. La noticia nos sorprendió a todos, acostumbrados como estábamos a que siempre tuviera lugar en un salón de...
Sintió como un alfilerazo. Un dolor agudo y penetrante se agarró a su pierna izquierda a la altura del sóleo; aquella mamba negra que llevaba rato persiguiendo le había vencido. Kibwe apenas pudo ver el brillo de su cola ocultarse veloz entre las piedras. —Estoy muerto —pensó. Quedó paralizado por su error. Estaba sólo. Su...
– ¡Qué ricos los tamales, Lili! Me los cené como si no hubiese comido nada en todo el día, y eso que el guiso de mediodía también te quedó buenísimo. ¡Me puse morada! Muchas gracias, cari, eres un amor. – Un gusto, señora. Me alegro mucho de que le gustasen. Otro día que hagamos le...
A veces una vida simple y un optimismo constante te hacen ser la más afortunada del mundo esperando que los problemas no sean más que meras piedras que saltas en el camino.
«Se necesita auxiliar administrativo» rezaba el anuncio del periódico. La entrevista tuvo lugar en el mismo local, en un despacho destartalado lleno de carpetas y papeles que me dieron la impresión de que en efecto, necesitaban urgentemente alguien que organizara todo aquello. La jefa me explicó la naturaleza del trabajo ofertado. —Contestar llamadas y hacer...
Sabía que algún día me la jugaría. Ella es así, dispuesta a venderse al mejor postor, egoísta, ambiciosa e interesada. Bastaron tres años en el paro; ese suplicio al que me había condenado esta crisis filibustera, para saliera en estampida, a la mínima oportunidad de arrimarse al árbol que mejor sombra le diese. Reconozco que...
El tedio de regentar el bar, ahoga en un caldo soporífero. La de todos aquellos atardeceres de liturgia, donde se ven las caras podridas y silenciosas de los feligreses, humillados sobre sus bebidas como devotos suplicantes. No entiendo, porque mi labor escandalizaba y horrorizaba, yo prestaba un servicio a la sociedad, el de limpiar la mugre abundante. Técnicamente, sanidad y control de pestes. Seleccionaba mis encargos, me prestaba a erradicar lamentable escoria, y como tal se me trataría si lo hiciera a la luz del día: con la condena social. Me ocupaba personalmente de ajusticiar los peores pecadores: deshonradores de padres y cónyuges, estafadores, vividores, violadores, golpeadores de animales y mujeres. Era un carroñero que purgaba la carne putrefacta, el tejido necrótico contaminante de esta ciudad. Yo ganaba mi pan de cada día, exiliando difuntos en vida, sobrevivientes opacos, plagados de decadencia, desesperanza y maldad. Ahí viene de nuevo, ese rechoncho porcino a importunar mis nostalgias, con interrogatorios de rutina y extorsionarme algún que otro whisky. -Créame oficial, que para mí el mejor policía no es un uniformado, sino la hora del trabajo: frena a todo el mundo y regula sus pasiones. Si no fuera por esa tortura relojera cotidiana, en que los hombres mantienen ocupados su espíritu y energía, las calles se poblarían aún más de depredadores y carroña. Tienen razón las viejas cotorras cuando exclaman que hay que darles trabajo. Porque el tripalium es a la vez el mejor castigo. Sirve para impedir el desarrollo de la razón, los apetitos y las ansias de independencia.