Crónica de un día de trabajo.
Seis y treinta. Debo irme, el deber llama. Lucila llevará a los niños al colegio, por lo menos hoy tenemos electricidad. Estoy a tiempo para despedirme y rezarle a la virgencita su oración diaria. – Deberías renunciar a ese maldito trabajo y largarnos de este país – grita Lucila desde la cocina. Seis y cuarenta....