Los árboles se iban acercando, cada vez más rápido. A contracorriente, como toda mi vida, no me dejé llevar por el pánico general. Solo podía pensar. Mi cerebro funcionaba a pleno rendimiento, era un motor a máxima potencia. Irónicamente, los dos motores del Boeing 737 en el que iba no funcionaban tan bien, y eso...
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