El cansancio te hace reflexionar

El cansancio te hace reflexionar

Hace una década que María quedó viuda. Pero su vida cotidiana tiene que continuar. Le faltan dos años para jubilarse. Está totalmente sola, su hijo formó pareja y tienen dos hermosos nietos que residen en España. Suena la alarma, es hora de cumplir con su trabajo en una casa de familia. Trata de esquivar el espejo del dormitorio mientras se muda, se ve tan vieja su pelo opaco con canas, la piel de sus brazos arrugada. A las seis, está recién aclarando, siente el aire frío. Cada día que pasa cuesta mas. Sujeta el bolso y sale rápido porque es tarde, deberá tomar dos autobús para llegar al trabajo. En el camino piensa en la rutina que le espera. Es lunes: Todo lo que dejaron el fin de semana desordenado, ropa para lavar, platos engrasados en la pileta, pisos para fregar. Hacer mandados y comida, para cuando lleguen los chicos del colegio. Al llegar se da cuenta que no le dejaron dinero para la comida… Siempre lo mismo debe poner de su bolsillo. El perro está sin alimento. Va al balcón y le encanta cuidar las plantas florecidas, las regará como hace siempre. Ellas le devuelven el aroma a tierra mojada.

Pero hoy se siente distinta, sus piernas no son las mismas. Está cansada, deben ser los años, el cansancio del que todo enfrentó. Se sienta en el sillón del patrón y siente que le falta el pilar de su vida: su familia. –Bueno piensa, me preparo un té y acelero, no llegaré con todo. El lavarropas terminó el programa, ahora a tender, pero antes salir por las compras, la lista es larga. Hoy le toca cocinar carne al horno con papas, un flan para el más pequeño, que es de poco comer.

Los comercios de Rosario están llenos de gente, irá al mercado mas cercano, la mañana se hace corta. Ya la paciencia se acaba.

Mientras vigila la comida, hace las camas, sacude muebles, junta juguetes y lustra los muebles que han dejado muy sucios. Claro, ellos son profesionales, no toman ningún resguardo en cuidar,–¡ Total María limpia todo!— Hace muchos años que está y se siente como en su casa, pero siempre respetando la intimidad.

Apaga el horno y sale en busca de Valentina y Julian. Los ama tanto. Ellas prácticamente los crió y educó como si fueran sus propios hijos. Se necesitan un consejo no duda en darlo, tiene permiso porque le han dado toda la confianza de buena persona.

Se saca el delantal, pasó el día volando. Guarda las últimas cosas que lavó en la cocina y emprende la retirada. Los patrones llegaron, los niños hacen los deberes, María logró apagar la televisión. Todo está en orden, pero a ella se le hacen largas las ocho horas seguidas mas el viaje de casi una hora.

Al poner la llave en la puerta de su casa, siente el olor a humedad. El ambiente se torna oscuro. Abre las ventanas y pone agua en la pava, tomará unos mates, mientras se calienta descansa, mira la carta que está sobre la mesada, la que leyó más de diez veces…

Los recuerdos vuelven con la imagen de su esposo haciendo el asado los domingos, ella preparando la ensalada y su nuera colocando el mantel a cuadros y los platos mientras los pequeños esperan la fuente que traerá el abuelo. Siente la voz de su hijo, –“ Apúrate Alicia que ya está cocida la carne”– Son simples recuerdos que va a tener siempre.

Se levanta furiosa, el agua se evaporó de tanto hervir. Ya no tomará nada, la invadió la nostalgia. Volverá a leer por undécima vez aquellas líneas.

( Barcelona, 27 de enero 2019

Mamá te extrañamos mucho, sabes cuánto te queremos. Deja de trabajar limpiando la mugre de los demás. Ya demasiado has hecho por papá y nosotros. Te mando el pasaje, vos resuelve la fecha. Cierra la puerta de una buena vez, solo trae lo necesario. Acá estamos bien y necesitamos tu cariño, tus nietos te necesitan. No para trabajar, sino para que los veas crecer y los disfrutes. Solo te pido que traigas muchas ganas de pasear y la receta de la torta de nuez que solo vos puedes hacer tan deliciosa. Tu pasaporte está listo, nosotros también…

Decídete pronto, besos de los cuatro)

Siente un latido distinto en su corazón que nunca escuchó. Fue al dormitorio sacó la maleta y abrió su viejo placar para comenzar a soñar una nueva vida, con los recuerdos sí, “que están en todos lados” pero en un lugar lejano que la esperan, con mucho amor. Al pasar por el espejo se mira y se ve con un brillo distinto en sus ojos y una sonrisa triunfal que hace mucho no tenía…

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