Dolor
Oigo gritos desde el rellano de la escalera. Una vecina nos ha informado que la mujer de la puerta seis está pidiendo socorro desde hace unos minutos. Subimos al tercer piso sin ascensor y escucho perfectamente sus voces: él gritando y, ella suplicando. —¡No, por favor!, ¡basta!, ¡para!, ¡por favor! —¡Calla, zorra! —No lo haré...