2024
Releo a ese Daniel de 2022, tanto mejor que yo, por supuesto, ¡hasta él lo es! De todos modos, me reconozco. A diferencia de lo que me sucede cuando repaso mis intentos, digamos, literarios, «MI BÍO» no me repugna. Ahora que me leo como si fuese de otro, me doy cuenta de que no está demasiado claro. ¿Qué quería decir?
En muchas palabras: mi idea era considerar a Fuentetaja como un organismo compuesto y que uno de sus muchos corazones era este rincón. El clubdeescritura es un negocio, por supuesto. Una academia donde se forman extraordinarios escritores (y de los ordinarios, entre los cuales me cuento), una simple ojeada a los relatos de los concursos o a las obras publicadas lo demuestra. También un club de amigos de la literatura, 130.000 son muchos amigos. Claro que la mayor parte están muertos a todos los efectos. Dejando de lado el staff, la venerada banda negra que palea carbón para que esto no se detenga, solo unos pocos están activos. Otra parte, menor aún, está compuesta por los zombis, muertos redivivos como yo ahora mismo.
Sin embargo, eso no es todo, como en el Colegio Hogwarts no faltan los fantasmas. Son poquísimos, no creo que sean más de un puñado a la vez los que deambulan en silencio y revisitan relatos añorados, buscan novedades y, por último, peregrinan nostálgicos a los perfiles de quienes significaron algo para ellos; para nosotros, pues yo mismo milito en esas filas. Pero cuidado: al final formamos una multitud, pues nunca somos los mismos. Pensando en ellos escribí esas líneas en 2022. Bueno, no en cualquiera, sino en alguna persona en concreto (¿para quién escribimos si no?).
Al final, ese Daniel da por terminado el paseo por el salón de los pasos perdidos y antes de que el fantasma se marche a otro salón, o a donde sea, cierra: «En silencio como un ángel, así pasas tú». Está bien eso. Se ahueca la voz y roza (effleura, me gustaría poner) a la visita para soltarle la mano enseguida. Los buenos deseos proferidos a continuación rompen el efecto, pero son tan sentidos que los volvería a escribir. No está mal del todo, ángel mío.
2022
«Un “salón de pasos perdidos” es un vestíbulo capaz de contener a cierto número de personas y distribuirlas a otras partes de un edificio. La expresión no significa, por tanto, mera confusión, sino también el eventual encuentro de personas caminando hacia diferentes destinos». Así imagino este espacio de MI BÍO (sí, ¡que no cunda el pánico!: lleva tilde, hasta el clubdeescritura comete faltas de ortografía).
La primera vez dejé aquí unas letras que intentaban una justificación. La segunda fui más breve, solo puse: «¡Qué suerte que viniste!». Ahora, luego de algunas experiencias agridulces, prefiero utilizar esta oportunidad para adelantar decepciones. Una: soy un viejo senil, vintage 1952. La otra: pobre de solemnidad.
Al rastrear en la red la causa del nombre «salón de pasos perdidos» descubrí la correspondiente al Congreso de la Nación Argentina. Cuentan que en la antigüedad ―digamos un centenar de años, ¡es tan joven ese país!―, el amplio vestíbulo del Congreso tenía una alfombra tan gruesa que amortiguaba por completo el sonido de las pisadas...
En silencio como un ángel, así pasas tú.
¡Sea feliz tu jornada!
Interesado por: Me interesa la literatura en un sentido amplio, sin predilección de género
Autores o libros favoritos: Recién ahora (fin 2022) me doy cuenta de que, en general, he leído a traductores y no autores. Debo repensar este apartado.