Ahora me toca a mí.

Sí, ¡no pongáis esa cara de funeral! Ya sé que no os interesa nada de lo que escribo. No tengo las palabras aladas de Luis ni la prosa preñada de citas literarias de Nora. Tampoco soy un poeta como Raúl y mis ojos no son ni azules ni fríos como los de Marta, esos mismos que ahora miran al vacío sin asomo de burla; esos ojos que tanto amé…

Solo me queda este pequeño y amigable Smith and Wesson calibre 38, tibio como un cachorro y aún con la quinta bala. Ahora me toca a mí.

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