Ciudad de México, otoño 49
Sigo en la cama con los ojos cerrados y tarareo aquí adentro Dos gardenias. Sé que esta mañana el centro de la ciudad amaneció de buenas. Abro la ventana de par en par y les grito a todos con una sonrisa explotada como palomita de maíz recién hecha —¡Buenos días! —los hombres voltean hacia arriba;...