SOLO
Día veintisiete de diciembre. El oleaje me escupía hacia la orilla. Lo último que recordaba era a los compañeros saltando al océano desde cuarenta metros. Las llamas fundían el hierro y el buque se hundía. Una vez me encontraba en las frías aguas, antes de entumecerse mis extremidades, pude subirme a un bote hinchable. La...