Campo de juego
Su madre le había dicho cientos de veces que no saliera a jugar descalzo, pero Pedro nunca recordaba ponerse sus zapatos. Y si lo hacía, indudablemente prefería sentir el calor, a veces abrasador, del asfalto en sus pies. En la calle Pagés del Corro en verano, la calzada podía alcanzar cuarenta y tantos grados centígrados,...