Vestida por el mar.
La piedra arde. Arde desde los tiempos del emperador Adriano y seguirá ardiendo en los siglos venideros. La ciudad vestida por el mar vive bajo el amparo de las fortificaciones romanas, que siglos después, siguen velando por ella. Una gaviota se ha parado, silenciosa, sobre la fachada del circo romano, observando impávida la mundanal comedieta...