Mi hijo
Siento en el cuello el filo del cuchillo, pero no tengo miedo. El corazón no lo noto, como si estuviera parado por un peso que me aplasta el pecho. –Mamá dame el dinero ¡ya! –Pero Guille, ¡Para por Dios! Aparta eso…vamos a hablar. –¿Más hablar? ¡Estoy hasta los cojones de tanto hablar! Dame el dinero...