Diez pesos por esas oxidadas e inservibles bicicletas. Creí que me podrían haber dado más por esos kilos de fierro viejo. Sólo molestaban en el patio, arruinaba la vista y alguien pudo salir herido, además, es época de renovar, ¿no?

Fueron regalos de navidades remotas, gastaron a lo güey. Nunca aprendí a usarlas de la forma correcta; mi padre siempre estuvo ocupado o no estaba en casa por su trabajo, mi madre no tenía tiempo por los deberes de la casa y por cuidar a mis hermanos pequeños. Al principio usé las ruedas de apoyo, así, montar al caballo biruedor metálico es fácil, todos lo sabemos. Las carreritas eran un poco complicadas, pero vaya que me divertí. Cuando me aventuré a probar el equilibrio; las caídas eran divertidas, las múltiples caídas eran dolorosas, y las cicatrices son la evidencia de ello. Lo dejé por un rato, la bicicleta sirvió como una estructura futurista para mis juguetes: una nave, una guarida, un robot, un laboratorio y otras cosas que, lamentablemente, no recuerdo. ¡Cómo olvidar las legendarias batallas entre Spider-man y Goku! Los Rockanimals (espero recuerden las rocas que se convertían en animales que salieron en una revista para niños) aventureros, los automóviles compitiendo, ¿cómo olvidarlo? Ya fuera en la comodidad de las casas o la libertad de los patios de éstas, las viejas bicicletas tuvieron otra utilidad.

Después de unos meses volví a intentarlo, volví a caer y volví a tener los numerosos raspones. Mi padre en su trabajo, mi madre sin tiempo por los deberes domésticos, mis hermanos sin la edad para aguantar los raspones, mis amigos con tareas, y yo sin la habilidad del equilibrio en el caballo biruedor metálico, y sin hacer tareas, claro, después mi madre me daba con la chancla. Finalmente, lo dejé. Ahora que lo pienso, ¡qué triste! </3

En total tuve dos bicicletas, no puedo creer que el del fierro viejo me haya dado diez pesos por ellas. Fue lo mejor, aunque no lo valen.

Mis hermanos ya están grandes, mis amigos ya no estudian, mi padre ya está jubilado y madre tiene menos deberes; tal vez vuelva a las andadas.

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