Todos juntos, a la tarde o a la noche, da igual. Todos juntos beben, y hablan, y guardan silencios incómodos que no saben cómo rellenar. Uno cuenta una anécdota personal y el resto se mira entre sí. Otro ríe y todos le siguen. Piden que se pase la comida, alguien va al baño, Un brindis, sí, un brindis. Bravo por nosotros.

Son una familia pero están solos, sonríen pero no hay nadie. Se tocan y tocan el aire. Nadie se ama de verdad, nadie canta por Camarón. Se dicen familia y solo son personas. Se buscan en círculo, preguntando el uno por el otro, Cómo le va, Creo que bien, Me alegro. Forma sin fondo. Están mejor acompañados que solos, pero están solos. Se pasan la vida y las reuniones tratando de buscar la pregunta adecuada, la forma más amable, la manera de darse un beso; pero no les suele dar tiempo. Le llega la muerte a uno y el resto no sabe a dónde mirar.

Van desorientados buscando la puerta donde está acostado el que se muere, ¿Era aquí? Por allá. Van preguntando por ahí ¿Sabe dónde es?, Me parece que al fondo, Ah, gracias. Están solos pero acompañados. Toda la vida esperando llegar a tiempo de conocerse, pero se hace tarde. A veces, cuando van un poco borrachos o están en buena compañía, parece que está a punto de pasar. Ya se está muriendo, es tarde, no da tiempo. Quizás una epifanía, un último momento para decirse el nombre al menos. Así que acuden a chuparse los pezones entre tanto miedo, y se tocan la mano como diciendo, Conóceme más, Serías el primero, El resto no sabe nada, No lo cuentes. Se abrazan diciendo lo mismo, y no se besan porque les da vergüenza.

Joder, que ya se muere ¿Cómo era la habitación? Ah, sí, ya lo recuerdo, Es verdad. ¿Al fondo está la puerta? Gracias, voy para allá. Pero llegan tarde. No hay música de fondo, ni un bonito atardecer; hay un cuerpo muerto que va sudando la vida que le queda. Todos se miran con el moribundo en el centro y se dicen para sus adentros Canta algo, dale el adiós, pero no sale nada. Se despiden sin palabras. Sueltan lágrimas. Las primeras son verdaderas, el resto van saliendo solas. Lo entierran y a otra cosa, Tenemos que reunirnos más, os echo de menos. Todos asienten. A la siguiente reunión les cuestan los brindis, y las anécdotas personales, y los besos apretados. Ahora hay un silencio solemne, una sonrisa contenida en los morros. Venga a comer, que se enfría, dice alguien.

Cogen una foto sin marco y resulta que sale el recién muerto en ella. Todos se reúnen alrededor, con la foto en medio. Tratan de contar la historia que se cuenta dentro, pero les cuesta. La mano que tiene cogida la foto pasa las yemas de los dedos por el papel, haciendo suya su rugosidad; la toca por delante y por detrás, como metiéndose la foto del muerto por la piel, Mirad que contentos estaban, Como se ríe, Y que joven, Que vivo sale en la foto.

El muerto es el que apartado de los otros cuatro sonríe en la sombra, y nadie llegó a conocerlo; salvo, quizás, un amigo que llegó tarde y se perdió su muerte. Ahora la familia come en su nombre, pero no se acuerdan de cómo se llamaba, aunque le hayan dedicado un brindis. Alguien dice, Pobre, con lo que a él le gustaba comer, lo que disfrutaría si siguiera aquí, El resto asiente sin soltar el tenedor. El muerto les mira comer desde la foto, nadie se ha dado cuenta de que está en la sombra.

Nadie se da cuenta de que está en la sombra porque nadie lo mira de verdad ¿Algo de café, no? Si, y saca unos licores. Todos beben y sorbetean en silencio, mirando al vaso. Piensan que el muerto ya no está ahí y que nunca volverá a estar; pero bueno, al menos quedamos unos pocos.

La más vieja de la mesa mira a la más niña de la mesa y en las miradas se sonríen conociéndose. Una pequeña familia dentro de muchas personas reunidas. Ellas echan de menos al muerto, pero se echarían más de menos la una a la otra.

Una vieja y una niña recién nacida que se están mirando ahora mismo. Las dos en la foto y a la vez sentadas a la mesa. Dos extremos de una línea circular. Las dos hembras, las dos vivas, las dos muertas. La sangre que corre volando por sus venas es la misma, o parecida. Y cuando la niña crezca se mirará al espejo con el gesto de la vieja. Y la vieja hace un ruido al llorar que la niña tendrá, ya de mayor, cuando le asole la pena de verdad. La vieja y la niña pintarán juntas al aire libre, las dos diestras, las dos con la cabeza al lado. Sus colores serán los mismos, y sus manías al pintar. Y aún así los cuadros tan distintos.

Cuando la vieja muera la niña empezará a vivir y cuando la niña muera la vieja morirá del todo. En la niña vivirá y morirá una familia rodeada de muchas personas. Y cuando le toque a ella sudar hasta el final alguien preguntará por cual es la puerta donde se está muriendo, como hacen con el recién muerto, y la encontrará acostada en el centro. Y cuando celebren una comida en su nombre, aun sin saberlo, mirarán una foto de ella. Y estará en la sombra, sola, aún rodeada de gente sonriente que no la supo mirar.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS