GREGORIA LA NEGRA
Gregoria caminaba despacio y con las piernas ofrecidas, como una recién parida. Era más por los años que por las criaturas empujadas, ya que nunca las tuvo, aunque oyéndola suspirar con tanta destreza, cada vez que subía la cuesta de la ermita, uno habría esperado ver una matrona a su lado cogiéndola de la mano....