Vacaciones sin fin…
Nunca me creyeron. Mejor así…porque en definitiva, el juego era ese. El engaño. Esconderse lo mejor posible y dejar que quién estaba contando hasta cien, tratara de hallar al resto de los participantes. Si podía. Mis primos eran tres. Cándida, Ruli y Mario. Siempre juntos, en juegos, escuela y picardías. Aquella tarde comenzábamos a disfrutar...