Las Líneas de Nazca. ¿Hablando con los dioses?

Las Líneas de Nazca. ¿Hablando con los dioses?

Nadie sabe lo que significan y por eso mismo hay cientos de hipótesis. Sin embargo viéndolas desde el aire son dibujos clarísimos de animales y plantas, aunque queden algunos dibujos geométricos sin identificar. ¿Por qué nos intrigan tanto?

Ni las culturas pre-incas ni los incas en todo su esplendor conocieron la escritura. Estos signos hechos para gigantes o para habitantes del cielo constituyen su mejor intento de transcender, de penetrar en la historia, de comunicarse más allá de su vida mortal.

Estos pensamientos llenaban mi mente mientras caminaba hacia la torre de la señora María Reiche para divisar de cerca alguna de las líneas milenarias del desierto de Nazca.

Elegí la opción de la torre en lugar de la avioneta que las sobrevolaba porque me pareció más auténtica, más cercana. Quería estar cerca de las líneas como lo estuvieron en su día los que las dibujaron sobre la tierra. Me las traje puestas en una camiseta del Mercadillo Indio de Lima. Ahí están.

Particularmente no me pareció que requiriese un esfuerzo sobrehumano realizarlas, ni que fuera tan difícil el trazado desde tierra, siempre que se tuviera claro lo que se quería dibujar. Eso sí es intrigante. ¿Por qué esos dibujos y para qué o para quienes se hicieron? El hecho de que se hayan mantenido en el tiempo tiene que ver con las características físicas de la tierra sobre la que están hechas y sobretodo con el clima desértico de la zona.

El día anterior habíamos visitado la Reserva Nacional de Paracas e Islas Ballestas. Volviendo de las Ballestas vimos el famoso geoglifo llamado El Candelabro.

Este dibujo de la cultura Paraca parecía tener una interpretación clara. Se ve desde el mar. Podría actuar como una especie de faro. El candelabro no es tal sino la representación de un cactus con propiedades alucinógenas y supuestamente curativas de gran significado para ellos y utilizado en sus ceremonias por el Chamán. No costaba trabajo entender que quería decir: «Estamos aquí. Si desembarcáis en esta costa nos encontraréis». También parecía ser a la vez una especie de insignia o bandera que identificaba a estos pobladores. Esta interpretación no servía en cambio para las líneas de Nazca, a no ser que supongamos que hubieron también aeronaves.

Nos dirigimos en autobús a la Necrópolis de Chauchilla. Cientos de tumbas mortuorias con restos momificados bien conservados por la sequedad del desierto. En realidad quedaban pocos restos y momias porque las tumbas habían sido expoliadas y los objetos de valor llevados a los museos de Lima. No obstante fue un encuentro muy interesante con esta cultura Nazca pre-inca. El guía nos explicó con mucho cariño cómo habían construido los acueductos espirales ascendentes para poder cultivar en el pequeño valle junto a las dunas. Nos habló de cómo desaparecieron sin que se tenga clara la causa. Y como el que no quiere la cosa, sin darle casi importancia, nos dijo que los enterramientos eran familiares, que los tejidos que se encontraron allí fueron riquísimos para la época y que en telas y objetos cerámicos se repetía para cada tumba uno de los dibujos de las líneas de Nazca, de modo que era fácil suponer que ese dibujo en concreto identificaba al clan familiar dueño de ese espacio mortuorio.

Tan cerca de ellos las líneas de Nazca, tanta influencia del Chamán en sus vidas,… A mí me pareció clara la idea de que cada familia había dibujado su signo de identidad en la tierra como una llamada a los dioses diciendo: «Estamos aquí, cuidad y proteged a nuestra familia». Todos los signos juntos en un área tan grande estaban reclamando el favor del cielo para todos los habitantes de Nazca. Quizás para no desaparecer como pueblo objeto de no sabemos que grandes catástrofes. ¿Guerras? ¿Falta de agua? ¿Epidemias? Quizás para facilitar el paso de los muertos al más allá, al reino de las sombras, o de las luces, al lugar donde habitan los dioses, fueran extraterrestres o solamente ocuparan un lugar en el mundo espiritual de las gentes, en el universo de los sueños, de las ilusiones, de las creencias, de las esperanzas. Si eran capaces de leer sus signos grandes desde el cielo, como las aves rapaces que vuelan en lo alto, podrían entender que allí reposaban los restos de sus seres queridos, que hasta allí debían venir para llevarlos hasta el paraíso.

¿Por qué los occidentales tardamos tanto tiempo en descubrirlas? Eso es harina de otro costal.

Están descritas desde el siglo dieciséis; sin embargo nadie se dedica a su investigación con ahínco hasta el primer tercio del siglo veinte. Entre todos los arqueólogos destaca claramente una mujer que se dedica en cuerpo y alma a tratar de desentrañar este misterio. La vida y pasión de María por estos trazados es, al menos para mí, casi tan interesante como los propios geoglifos. Se identificó con los nueve dedos de las manos de Nazca porque a ella le faltaba también uno de los dedos de sus manos. Pensó que había sido una princesa Nazca en una reencarnación anterior. Amó a los pobladores Nazca y los resucitó para el futuro.

En todo caso, sus tumbas y sus líneas hechas para ser vistas desde el cielo les han concedido la transcendencia. Ahora sabemos de ellos, de su lucha, de sus logros, de su forma de vivir y morir, de su existencia. Muchos siglos después de su desaparición su cultura sigue viva para nosotros. Millones de personas se acercan cada año a Perú para sorprenderse con estos trazos mágicos cuyos caminos repiten las avionetas con sus piruetas en el aire para que los ojos de los habitantes del cielo puedan verlos… aunque no entenderlos ni interpretarlos.

No es sólo Machu Picchu lo que hay que ver y disfrutar en Perú. Las líneas de Nazca también te hacen sentir como miembro de una familia humana universal y maravillosa. No dejéis de pasar por allí.

*****

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS