Simplemente Ana
Ana Ozores, en las noches más oscuras y solitarias, desempolva su figura clariniana y se deja pasear por una ciudad que apenas la recuerda. Oviedo aún continúa viendo vagar a parejas de enamorados que, al igual que en aquella Vetusta decimonónica, buscan la complicidad de retirados portales para saciarse de amor. Viejos edificios, que vivieron...