¡Farola!
Con una fuerza descomunal, la barra de hierro oxidado fue silbando en el aire hasta impactar de lleno en las espinillas de Lucas. Apretó los labios y contuvo las lágrimas como pudo. – Pero tío, ¿qué haces? ¡Déjanos ya! – Le grité yo al ogro, que con sus lentos movimientos buscaba nuevos herrajes con los...