Cincuenta y pico
—Fui-fuíu, fui-fuíiiiiiiuuuuuuu. —¡Sinvergüenza! —murmuró Lilia abotonándose la bata de siempre—. Despunta el sol y ya anda dando lata —se dijo calzándose los tacones. Jamás salía de la habitación en pantuflas. Aunque pasara el día en casa, siempre llevaba zapatos de salir. El chás chás de las pantuflas le recordaba cómo fue apagándose el paso de...