NO BUSQUES MÁS MIS FOTOGRAFÍAS

NO BUSQUES MÁS MIS FOTOGRAFÍAS

Sí, las tuve. Pero un día las quise ignorar y las dejé. O las recorté.

Las tiré.

No busques más, no insistas. Sabes que las borré con el lápiz que difumina los momentos: bailes, y bodas, y risas y llantos; horas sin dormir y juegos, y gracias; desterrados del cajón de los recuerdos. Mares, y montañas y ciudades envolviendo nuestras almas al son de los instantes del reloj de arena parado.

Déjalo, no vacíes más mis bolsillos, te dije que no encontrarías nada. Las guardé todas entre las camisas de mi piel, y más adentro.

Sí, había muchas, pero muchas entre las paredes del infierno, quemadas en la hoguera del desconsuelo. Aunque más aún, no creas, en el tránsito hasta el cielo. Había muchas en el hígado; y las que latían al compás del silencio, ese que duele, el que trae el miedo incierto. Y eso sí, también había muchas entre los dientes, las blancas, las que reían siempre.

Pero no preguntes más, ahora que ya no estoy, pues responderte más no puedo. Eran las fotos de mi vida; aunque las de la tuya también, eso es cierto.

Y ahora… puedes pararte a juzgar mi desespero por escapar a tantos retratos, venteados por las alas de Cronos, el implacable Dios del tiempo. O puedes ir a buscarlos al álbum de mis abrazos, y en el de los sueños. Yo los guardé todos entre mi retina y hemisferios. Puedes ir a buscarlos, también en el álbum de mis besos, y de tus primeros pasos. En el de tu vida, ahora que has crecido, y en el de tus miedos. En el del primer día que estrechamos nuestras manos como dos hombres, o el del día de tu marcha y nuestro reencuentro. Puedes ir a buscarlos todos en la colección de mi amor por ti, ahí los tengo.

Siéntate, descansa. Y deja que te vea, que recuerde y viva de nuevo esa instantánea. Deja que te mire con los ojos del pasado. Aunque no es sólo eso lo que anhelo. Ver las fotos del presente y futuro me hubiese gustado más. Las que vendrán con las próximas lluvias de invierno, y el sol de más veranos por despuntar.

¡Ven!, vayamos a ver, si quieres, las de los juegos; a ver todas las que aún no hemos visto. Vayamos a la playa a jugar con las olas que grabábamos con la palma de la mano. ¡Escalemos el pico!, aquel tan alto que estaba al fondo de tu habitación, nuestro particular Everest. ¿Te acuerdas?, yo sí, yo sí me acuerdo.

Y veamos también las de aquellas mañanas, cuando amanecía para nosotros dos. Y las de los malos sueños, esas que había que tirar.

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Y ahora, cierra para siempre todos los cajones y armarios antes de marcharte. Sabes que no encontrarás foto alguna.

Pero podremos verlas todas otra vez, juntos. Aunque no tengas ninguna prisa. Yo te espero donde siempre: al otro lado del objetivo.

Vete, vuelve a casa con tus hijos, y hazte fotos con ellos. Yo las guardé todas allí dónde las hice, allí, en mi pensamiento.

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