I Concurso de Historias del trabajo Publicación del fallo del jurado el 31 de julio
I Concurso de Historias del trabajo
31/07/2016. Publicado el fallo del jurado sobre los premiados: ver aquí.
Viñeta de Stan Hunt, del libro La oficina del New Yorker (Asteroide, 2013)
Pautas
Los concursos del Club de escritura Fuentetaja, organizados por la Fundación Escritura(s) en colaboración con Talleres de escritura creativa Fuentetaja, buscan ser ejercicios motivadores, un modo sugerente de trabajar propuestas para la práctica de la escritura. Para cumplir con su objetivo es importante que el usuario se ajuste a las condiciones de cada convocatoria. Os resumimos las fundamentales de esta primera edición de Historias del trabajo:
1. El concurso se convoca en varios registros que conviven a la misma altura: texto, fotografía y vídeo, así como sus interrelaciones.
2. La extensión máxima es 1000 palabras, 10 fotografías y un vídeo de 5 minutos. Pueden combinarse los tres elementos siempre que cada registro no supere esos máximos.
3. Para ubicar mejor el relato se puede señalar al final de la obra, en mayúsculas, el nombre de la empresa (y localidad) que sirve de inspiración al relato. Pero no es obligatorio.
4. Se puede añadir también una imagen del interior o exterior del edificio o, si ya no existiera, del lugar exacto donde estaba (se puede usar la aplicación de Google Street View). Si la imagen no se integra dentro del texto, debe ir al final, para señalar que va solo como referencia de la inspiración del relato.
5. En las obras donde el texto sea predominante, se valorará la introducción de fotografías y vídeos como recurso creativo, con carácter documental y/o artístico.
6. El Club se rige por un pacto ético: Para poder acceder a los premios será necesario haber puntuado (y, en lo posible, comentado) al menos 10 obras en el periodo de votaciones. El club es un espacio para ser leído y comentado, pero también para leer y comentar las obras de otros.
7. La organización no mantendrá correspondencia sobre las bases del concurso ni otros aspectos de la participación. El participante debe leer detenidamente las bases completas y consultar sus dudas en Preguntas frecuentes.
Motivación
Comenzamos como lo hicimos con Historias de la calle o Historias de familia: Historias del trabajo es el tercer concurso de un cuadríptico que quiere animar a los participantes a explorar literaria, fotográfica y audiovisualmente sus entornos más inmediatos, más cercanos. De inspiración realista, buscamos la intensidad y autenticidad que surgen de las experiencias directas y vivenciales, como en las fotografías de Mitchell Kanashkevich.
Chai Wallah (hacedor de té), de Mitchell Kanashkevich
Con esta nueva propuesta os invitamos a contar historias que tienen que ocurrir en vuestro lugar de trabajo actual o pasado (o en esas zonas limítrofes que son el desempleo o la formación). Puede ser de carácter testimonial o ficcional. Pueden ser propias o de otros compañeros. O, con un carácter más evocador, sobre la misma empresa o fábrica, y su organización, o sobre un hecho relevante o misterioso o épico.
Abuela rumana partiendo calabazas, de Mitchell Kanashkevich
Introducción
La historia del cine la inaugura una película de 45 segundos que recoge la salida de los obreros de una fábrica de material fotográfico. Los hermanos Lumière, para representar el movimiento, filman en un solo plano a los trabajadores de su fábrica tras acabar la jornada laboral. En 1995, cien años después de esa primera película, Harun Farocki recupera la idea con el documental Trabajadores saliendo de la fábrica, que es la suma de imágenes rastreadas en películas de empleados abandonando su lugar de trabajo. Una salida que, con su tesis, sería un indicio de dónde busca el cine sus argumentos: fuera del trabajo, una vez que salen sus personajes de la fábrica, como si la vida dentro no permitiera buenas historias, por las rutinas hechas de repeticiones y una organización sin margen para decisiones personales. Pero ese encorsetamiento es solo superficial. Una persona le dedica al trabajo muchas horas cada día, la mitad al menos de las que pasa despierto. Es un espacio también para las relaciones personales, para concretar cada uno el proyecto que quiere para su vida, para satisfacciones e insatisfacciones tangenciales, para medir expectativas, etc. Como en El apartamento, de Billy Wilder. Han cambiado las condiciones laborales desde que los Lumière grabaron a sus empleados. El sector terciario es mucho mayor ahora. Y la informática ha generado nuevos empleos y ha transformado muchos de los anteriores: es todo ahora más global, aunque se trabaje desde casa, siempre o casi siempre con un ordenador. Pero el trabajo sigue ocupando nuestras vidas: lejos de cumplirse los presagios de un incremento enorme de horas de ocio cuando las máquinas multiplicaron la productividad de las fábricas en el XIX, las jornadas siguen siendo muy largas. Como en la escena de Charlot en la cadena de montaje en Tiempos modernos. Pero también, o sobre todo, en las oficinas, con nuevos mecanismos de poder atomizados y escalafonados (de lo que se queja Benedetti en sus Poemas de la oficina).
La diversidad de trabajos y condiciones laborales es enorme. Cada uno de ellos como un hábitat que le sirve al trabajador también de escenario de otras vivencias: no es verdad que la rutina y la mecanización de las tareas impida otras historias más sugerentes, que no quepan otras relaciones que las meramente profesionales o que el trabajador no pueda encontrar otras fórmulas más creativas para desarrollar su actividad. No buscamos para Historias del trabajo argumentos de utopías o distopías: queremos, más acá de eso, como hace Agnès Varda con los comercios en Daguerréotypes o Van der Keuken con su repartidor en Amsterdam Global Village, las historias personales que se localizan en ese eje de coordenadas que es el campo, la fábrica, la oficina, la calle o la carretera (u otras posibilidades más extrañas); en los que incluimos también el recuerdo de trabajos que ya han desaparecido o han cambiado del todo su fisonomía (muchos que desempeñaron nuestros padres o abuelos), o el tanteo ante nuevas formas de trabajar todavía no asentadas, que prueban con otros modos y medios de producción.
Lee Friedlander
Queda dentro de esta propuesta escribir sobre el drama del desempleo: una historia que tenga de fondo la pérdida o la búsqueda de trabajo, las condiciones a que obliga no trabajar, o el rol social que adopta el parado, expulsado de esa dinámica de producción y consumo que otorga a cada uno un papel más o menos escorado en la comunidad. Caben también historias de jubilados: con las posibilidades de una vida diferente una vez concluidos los años de trabajo, con la nostalgia por lo perdido o el entusiasmo por ganar tiempo para sí. Y también historias de estudiantes: del periodo de formación para acceder a un primer empleo o para reciclarse para otro nuevo, con las expectativas o el desencanto.
Desempleados fuera de un comedor abierto por Al Capone en Chicago durante la Depresión, 1931
Unos pocos ejemplos
No es fácil vivir de la literatura (o solo de la literatura). Los escritores, por lo general, han tenido antes otros oficios o han compatibilizado la escritura con un trabajo que, además de un sueldo, les ha permitido una experiencia que luego han trasladado a sus libros. Aunque a menudo los protagonistas de sus novelas y relatos son también escritores, sin hacer caso de lo que advierte Auster en su trilogía de Nueva York, sobre el tedio de espiar a un escritor: ¿Es posible -dice uno de sus personajes- que exista realmente un hombre así, un hombre que no hace nada, que únicamente se sienta en su cuarto y escribe? Escribe de Azul, encargado de vigilar a Negro:
Se siente como un hombre que ha sido condenado a sentarse en una habitación y a continuar leyendo un libro durante el resto de su vida. Es bastante extraño, estar vivo solo a medias en el mejor de los casos, ver el mundo solo a través de las palabras, vivir solo a través de las vidas de otros. Pero si el libro fuera interesante, quizá no sería tan malo. Podría dejarse atrapar en la historia, por así decirlo, y poco a poco empezaría a olvidarse de sí mismo. Pero ese libro no le ofrece nada. No hay argumento, ni trama, ni acción, únicamente un hombre sentado solo en un cuarto escribiendo un libro.
O, si no son escritores, con profesiones afines, o que el escritor considera o quiere considerar afines (por la trasmisión y creación de conocimiento que les supone a sus libros): de más acá, profesores (sobre todo universitarios); de más allá, detectives o policías. Escribe Marías en Todas las almas, con su narrador en Oxford, en un ejercicio que es también de memoria para el autor:
Bastaba que yo estuviera nerviosamente encaramado a una tarima durante las pocas horas en que establecía contacto visual con ellos para que el distanciamiento entre los alumnos y yo fuera casi monárquico. Yo estaba arriba y ellos abajo, yo tenía un bonito atril delante y ellos vulgares pupitres con incisiones, yo vestía mi larga toga negra (con las cintas de Cambridge y no de Oxford, por cierto, para mayor reserva) y ellos no la vestían, y eso era ya motivo suficiente para que no solo no discutieran mis tendenciosas afirmaciones, sino ni siquiera me hicieran preguntas cuando peroraba sobre la sombría literatura española de la posguerra durante una hora que se me hacía tan interminable como la propia posguerra a sus literatos (a los antirrégimen, muy pocos).
Y Ricardo Piglia, sobre las posibilidades de la investigación en Blanco nocturno: lo que le dice el policía Croce al periodista Renzi:
Vos leés demasiadas novelas policiales, pibe, si supieras cómo son verdaderamente las cosas… No es cierto que se pueda restablecer el orden, no es cierto que el crimen siempre se resuelve… No hay ninguna lógica. Luchamos para restablecer las causas y deducir los efectos, pero nunca podemos conocer la red completa de las intrigas… Aislamos datos, nos detenemos en algunas escenas, interrogamos a varios testigos y avanzamos a ciegas. Cuanto más cerca estás del centro, más te enredas en una telaraña que no tiene fin. Las novelas policiales resuelven con elegancia o con brutalidad los crímenes para que los lectores se queden tranquilos.
Pero algunos escritores han sabido dar con profesiones más distantes y, por ello, también más jugosas para la literatura. En una entrevista a Playboy le decía Roberto Bolaño a Mónica Maristain: «El oficio en el que mejor me he desempeñado fue el de vigilante nocturno de un cámping cerca de Barcelona. Nunca nadie robó mientras yo estuve allí. Impedí algunas peleas que hubieran podido terminar mal. Evité un linchamiento (aunque de buena gana después hubiera linchado o estrangulado yo mismo al tipo en cuestión)».
Lo que recuerda luego de Arturo Belano Mary Watson en Los detectives salvajes:
Recuerdo, casi al final de la noche, haber visto a Hans discutiendo con el vigilante nocturno. Hans hablaba en español y parecía cada vez más excitado. Durante un rato los estuve mirando. En determinado momento me pareció que Hans se podía a llorar. El vigilante, por el contrario, parecía sereno, al menos no movía los brazos ni hacía gestos desmesurados.
Al día siguiente, aún no repuesta de la borrachera de la noche anterior, mientras me bañaba vi al vigilante nocturno. En la playa no había nadie, solo él. Estaba sentado en la arena, completamente vestido, leyendo el periódico. Al salir del agua lo saludé. Él levantó la cabeza y me devolvió el saludo. Estaba muy pálido y con el pelo revuelto, como si se acabara de despertar.
Y un poco más adelante:
La garita en donde el vigilante pasaba las noches era tan pequeña que una persona que no fuera un niño o un enano no podía permanecer estirada en su interior. Intentamos hacer el amor de rodillas pero era demasiado incómodo. Más tarde lo intentamos sentados en una silla. Al final terminamos riéndonos y sin haber follado. Cuando ya amanecía me acompañó hasta mi tienda y después se marchó. Le pregunté dónde vivía. En Barcelona, dijo. Tenemos que ir juntos a Barcelona, le dije.
Y que recrea también Javier Cercas en Soldados de Salamina, devolviéndole su papel a Roberto Bolaño:
Bolaño conoció a Miralles en el verano de 1978, en el cámping Estrella de Mar, en Castelldefells. El Estrella de Mar era un cámping de rulots al que cada verano acudía una población flotante compuesta básicamente por miembros del proletariado europeo: franceses, ingleses, holandeses, algún español. Bolaño recordaba que, al menos durante el tiempo que pasaba allí, aquella gente era muy feliz, él también se recordaba a sí mismo feliz. Trabajó en el cámping durante cuatro veranos, del año 78 al 81, y a veces también durante los fines de semana de invierno; hizo de basurero, de vigilante nocturno, de todo.
-Fue mi doctorado -me aseguró Bolaño-. Conocí a una fauna humana de lo más variopinta. En realidad, nunca en toda mi vida he aprendido tantas cosas de golpe como allí.
Mina de carbón en la India, de Sebastião Salgado
Bases de la convocatoria
CARACTERÍSTICAS
Concurso abierto: El concurso se desarrolla en la plataforma del Club de escritura Fuentetaja, ampliamente testada y diseñada específicamente para dar cabida a este tipo de procesos, facilitando siempre la máxima participación, interactividad y transparencia. Los concursos que convoca el Club de escritura Fuentetaja son abiertos: desde el mismo momento en que se presenta una obra, esta se abre a la lectura, al comentario y a la recomendación por parte de cualquier visitante del club. Más adelante, la obra se somete también a la votación, en el entorno de un sofisticado sistema de programación y bajo el control de reglas destinadas a evitar abusos.
La convocatoria se realiza en tres registros:
A. Relatos de texto, que pueden incluir imágenes y vídeos.
B. Serie de fotografías con o sin texto sobreimpreso, donde la imagen es clara protagonista y el texto, nunca más que unas frases, se encarga de darle un apoyo; puede ser en forma de postal/es, collage, “fotonovela” (fotorrelato corto en este caso), etc.
C. Cortos audiovisuales donde la imagen y el audio atiendan a la temática propuesta, bien como un registro de relato oral —por ejemplo con una historia familiar contada con ingenio y talento por un familiar—, como montaje de imágenes familiares con o sin voz en off, o como una composición libre que de una u otra manera cumpla con la temática propuesta.
Requisitos básicos: máximo de diez fotografías; textos de un máximo de 1000 palabras; vídeos (alojados en plataformas externas del tipo Youtube o Vimeo) de una duración máxima de cinco minutos.
Fechas: La convocatoria comienza el 4 de mayo de 2016 y su plazo de admisión de originales abarca hasta el 19 de junio de 2016. Votaciones del 20 de junio al 20 de julio. Fallo: 31 de julio de 2016.
Aviso: Estamos realizando importantes mejoras en el Club. Para la sustitución de la versión actual por la nueva es posible que haya que interrumpir el servicio del Club unos días.
CONDICIONES GENERALES
1. La participación en este concurso, así como el registro en el Club de escritura Fuentetaja, es gratuita. El concurso se dirige a las personas mayores de edad registradas en el Club de escritura Fuentetaja. Se puede participar desde cualquier lugar del mundo. Este registro es totalmente gratuito y no supone ninguna obligación de compra. No optarán a los premios los trabajos presentados por los empleados de Paradójica SL -empresa gestora de Talleres de Escritura Creativa Fuentetaja- o representantes de Fundación Escritura(s), ni sus familiares directos. En esta plataforma es necesario usar la identidad real, única forma de garantizar una única aportación por persona en cada actividad. Para optar a los premios de las actividades cualquier persona que se registre debe facilitar datos como dirección y teléfono que, en caso de duda, permitan verificar la identidad del concursante y/o votante y descartar la creación, por un mismo usuario, de varios registros bajo identidades diferentes; esos datos también son necesarios para garantizar el envío automático de premios en sus distintas categorías —concursante, votante, comentarista de obras a concurso—.
2. Los participantes deberán registrarse en el club de escritura Fuentetaja o en la aplicación de Facebook y enviar dentro de la convocatoria Historias del trabajo obras en los formatos admitidos. La presentación se llevará a cabo desde el 4 de mayo de 2016 hasta las 24:00 horas del 19 de junio de 2016, según la hora del servidor UTC. No se aceptará ninguna obra fuera de plazo.
3. Cada participante podrá presentar un máximo de una obra que deberá ser original e inédita.
4. El participante no podrá retirar su relato una vez cerrada la convocatoria. Si es un vídeo, se compromete a mantenerlo al menos durante un año en la plataforma desde el que lo haya subido.
5. Los autores cuyos relatos sean seleccionados para su publicación en el ebook colectivo renuncian a recibir una cuantía económica por los derechos de autor que pueda generar el libro. Su módico precio de venta pretende cubrir solo los gastos de su edición; una vez cubiertos, el dinero generado con las descargas servirá íntegramente para incrementar la dotación de los premios de la próxima convocatoria de Historias de la calle.
6. La organización no mantendrá correspondencia sobre las bases del concurso.
SISTEMA DE VOTACIÓN Y JURADO. GANADORES
En el periodo de votación popular es obligado que cada votante puntúe a un mínimo de 10 obras de sus compañeros. De no hacerlo, no podrá optar ni a los premios ni a su publicación en el ebook colectivo.
Desde la apertura del plazo de votación a su finalización (De 20/06/2016 al 19/07/2016) se contabilizará el número de estrellas concedidas a cada relato. No se sumarán las votaciones de los usuarios que hayan votado a menos de 10 obras (el sistema garantiza la no contabilidad de los votos hasta completar el número obligatorio de votaciones).
Resultarán 100 obras pre-seleccionadas en atención a su puntuación y un jurado compuesto por profesores del Taller de escritura Fuentetaja será el encargado de distribuir los premios en atención a la calidad de los trabajos elegidos. El jurado se reserva la potestad de incluir entre los premiados o menciones obras no pre-seleccionadas entre los cien primeros en atención a su calidad.
RESULTADOS
1. El resultado final del concurso y la asignación de los premios serán hechos públicos el 31 de julio. Serán comunicados por e-mail o SMS a las cuentas de los usuarios. Los premios se harán llegar por correo postal.
2. Si la notificación a los ganadores fuera devuelta como una cuenta de correo electrónico o teléfono no válidos, este será descalificado.
3. Los participantes que resulten ganadores definitivos del concurso aceptan y autorizan a que la mención de sus nombres y premios obtenidos pueda aparecer en la página web Club de escritura Fuentetaja o en cualquier otro soporte comercial, publicitario o medio de comunicación que pueda utilizar Fundación Escritura(s) y Talleres de escritura Fuentetaja a fin de informar y hacer público el resultado del concurso realizado. Igualmente las obras participantes podrán ser objeto de difusión desde su presentación al objeto de servir de muestra de la convocatoria y animar a la participación.
Los participantes deben ser los autores de los relatos y los poseedores de todos sus derechos. Ante cualquier irregularidad en este sentido, el Club de escritura Fuentetaja eliminará la obra publicada y expulsará al usuario.
Los premiados ceden expresamente a Fundación Escritura(s) los derechos de difusión de la obra presentada desde el mismo momento de su presentación para su publicación en los formatos y condiciones que se determinen, que en ningún caso exigirán exclusividad, pudiendo el autor difundir la obra como prefiera tras su presentación al concurso. El derecho de difusión se entiende para todo el mundo y por el plazo máximo permitido por la normativa aplicable en España. Los participantes cederán los derechos de publicación de las obras elegidas para formar parte de una posible publicación colectiva, de precio módico y cuyos beneficios irán destinados a la financiación de actividades de la Fundación Escritura(s). Toda difusión se hará citando el nombre del autor.
La organización se reserva el derecho de retirar del concurso cualquier obra que considere que no cumpla con las bases o haya sido reportada por otros usuarios.
En cuanto al uso de imágenes o vídeos, el concursante deberá ser capaz de atestiguar que sean de su autoría o, en caso contrario, acreditar que se dispone del permiso por parte de los titulares de los derechos de propiedad intelectual, industrial, imagen y/o cualquier otro del contenido que aparezca en la fotografía o, en su caso, consentimiento expreso de las personas que aparezcan en la fotografía para su exposición y/o difusión, eximiendo de cualquier responsabilidad legal a la organización.
4. El mero hecho de participar en la convocatoria supone la aceptación de las bases reguladoras.
La resolución que deba adoptarse por cualquier incidencia no prevista en estas bases corresponderá únicamente al organizador del concurso, quien resolverá con el mejor criterio, sin que proceda recurso alguno.
5. Los derechos de textos e imágenes permanecerán en poder de sus autores si bien ceden a la organización a su publicación en los términos indicados en las bases, y siempre haciendo figurar el nombre del autor. El ingreso como miembro participante en el Club se hará con dirección electrónica válida e identidad y dirección física real. La mecanización del proceso del concurso exigirá para la entrega de premios, si la hubiese, identidad y dirección física comprobables en los datos del registro.
6. Los ganadores del concurso dan su consentimiento a los efectos de acceder a sus datos personales y tratarlos con la finalidad de comunicar el resultado del concurso, utilizando para ello su nombre e imagen, sin que dicha utilización le confiera derecho de remuneración o beneficio alguno.
7. La organización no se compromete a mantener correspondencia o atender a consultas particulares de ningún tipo en relación con la convocatoria. Debido al proceso mecanizado de las convocatorias del Club de escritura todos los pasos estarán pautados y anunciados oportunamente en la web.
8. En cumplimiento de lo establecido en la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal, en la Ley 34/2002, de 11 de julio, de Servicios de la sociedad de la información y comercio electrónico y demás disposiciones dictadas en su desarrollo, Fundación Escritura(s) informa a los participantes que los datos personales obtenidos en el microsite club de escritura serán recogidos por parte de Fundación Escritura(s) y Talleres de escritura Fuentetaja, o a través de otras entidades que lleven a cabo la gestión o tramitación de los datos (encargado del tratamiento), y se incorporarán al correspondiente fichero automatizado de Fundación Escritura(s) y Talleres de escritura Fuentetaja. Dichos datos serán utilizados para identificarte como usuario de Fundación Escritura(s) y Talleres de escritura Fuentetaja, así como para el desarrollo de acciones comerciales (por medio de teléfono, SMS, correo electrónico y cualquier medio telemático), de carácter general o adaptadas a tus características personales. Podrás en cualquier momento ejercitar de manera gratuita los derechos de oposición, acceso, rectificación y cancelación de tus datos. Para ello, deberás contactar con nuestro Servicio de Atención al Cliente por correo electrónico a info@fundacionescrituras.org.
9. El hecho de participar en este concurso implica la total aceptación de estas bases, así como el criterio de Fundación Escritura(s) en cuanto la resolución de cualquier cuestión derivada del mismo.
PACTO ÉTICO
El votante se compromete a aceptar en todo momento del proceso de concurso el pacto ético cuyas cláusulas se definen haciendo clic en este enlace:
Pacto ético para participantes, votantes y comentaristas
Contiene consideraciones muy importantes para el buen fin de la convocatoria. Si no las has leído ya en anteriores convocatorias es imprescindible para participar que las leas ahora con atención; resumen el espíritu de este club y las normas básicas de conducta en su seno. La no observancia de este pacto podría suponer la exclusión del proceso de concurso.
Hemos preparado un vídeo con las indicaciones que creemos que pueden seros útiles para comentar un texto literario.
Podéis verlo completo aquí, con un índice para visionar el tema concreto que os interese.
INSERCIÓN DE IMAGEN Y VÍDEO
Los espacios donde se insertan las obras a concurso permiten el embebido automático de vídeos (mientras no sean privados) de Youtube y Vimeo. Incluir imágenes y vídeos es sencillo, pero es muy importante que leas la manera de realizar las inserciones:
Comprueba antes de publicar la obra que pueden visualizarse correctamente.
preguntas frecuentes
El espacio habilitado en cada convocatoria para escribir comentarios no está pensado para mantener los usuarios un diálogo con los administradores, sino para comunicarse los usuarios entre sí. Los administradores del Club de escritura Fuentetaja no pueden responder a todas las preguntas que formulan los participantes. Su papel es solo el de mediadores. Por favor, antes de ponerte en contacto con ellos lee detenidamente las bases de la convocatoria. Resuelve tus dudas en Preguntas frecuentes.
RECOMPENSAS Y PREMIOS
Valorados en 1.500 euros y la publicación de los seleccionados en un libro electrónico.
1) Un primer premio a una obra elegida por el jurado:
– 1.000 euros en metálico.
– publicación de la obra en un libro electrónico colectivo de precio módico (de descarga gratuita para los autores de los relatos seleccionados).
2) Un premio especial al ganador de la votación popular:
– un bono canjeable en publicaciones o talleres de Fuentetaja por valor de 150 euros.
– publicación de la obra en un libro electrónico colectivo de precio módico (de descarga gratuita para los autores de los relatos seleccionados).
3) A los 25 finalistas elegidos por el jurado.
– publicación de la obra en un libro electrónico colectivo de precio módico (de descarga gratuita para los autores de los relatos seleccionados).
4) Un premio especial al lector y comentarista:
– un bono canjeable en publicaciones o talleres de Fuentetaja por valor de 100 euros.
GANADORES:
Primer premio
dotado con 1.000 euros en metálico
José M. Viera, con “Días de Roma”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59542/dias-de-roma/
Un relato bien escrito, muy trabajado, en el que el narrador hace el papel de testigo privilegiado como chófer (y a veces confidente) de un mafioso. Reconstruye ese ambiente del hampa a través de pequeñas historias, anécdotas, que revelan un jefe violento y rencoroso y unas condiciones difíciles para sus empleados y exempleados. Le da al lector una atmósfera absorbente y verosímil, pero -una única pega- lo hace a través de la suma de pequeñas muestras, en lugar de intentar una composición más audaz.
Premio al lector más destacado
Dotado con un bono canjeable en publicaciones o talleres de Fuentetaja por valor de 100 euros
Leonardo Martínez Expósito
Lector y comentarista prolífico. Hace un esfuerzo por comprender y desentrañar los textos. Es generoso, pero nunca complaciente. Minucioso y estricto, sus críticas por lo general enriquecen las obras comentadas.
Finalistas elegidos por el jurado
Junto a los ganadores del primer premio y del premio de la votación popular, las obras de los finalistas serán publicadas en el libro electrónico colectivo Historias del trabajo. En el acta aparecen sus nombres por orden alfabético.
Alfonso González Leal, con “Salvador”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59302/salvador/
Bien escrito, del relato destaca su tono castigado, cínico, y su tensión, bien resuelta. El protagonista invierte el sentido de su trabajo en una inmobiliaria hasta convertirse en gigoló, y usar las visitas a las viviendas para acostarse con sus clientas, experiencias en las que se recrea el narrador: también con la última, con un final más o menos esperado para Salvador.
Antonio F. Ruiz, con “Incapaz”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59570/incapaz/
Narrado en primera persona, como una reflexión dispersa que se apelmaza con los recuerdos e ideas que se le ocurren al narrador a partir del accidente mortal de un compañero, el relato funciona bien: sabe medir los tiempos y dosificar y reordenar la información para reconstruir su breve experiencia laboral (la primera o de las primeras) desde un comienzo in media res sugerente, aunque también innecesariamente efectista. Con un estilo muy trabajado.
Daniel Collico, con “Nudos”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59537/nudos/
El narrador contextualiza el nudo del relato con las miserias de trabajar desde casa, con la soledad y la incertidumbre de sentirse solo, sin el contacto con otros compañeros. Un viaje a San Pablo para conocer a sus empleadores (de una empresa tecnológica israelí) traslada la historia a una escena final que se desdobla: de una parte el tedio de una reunión que pinta mal para el protagonista y de otra parte el erotismo que se desata en su imaginación, tras una pequeña cabezada. Es quizás excesiva la descripción de San Pablo, rompe el ritmo del relato, pero el conjunto es eficaz, muy bien escrito, con ese cambio en los tiempos verbales del pasado al presente para crear las dos atmósferas del encuentro.
Daniel Granados, con “Hablar con el viento”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59351/hablar-con-el-viento/
El vídeo inicial y las fotos finales funcionan de preámbulo y refuerzo a la historia de El rubio: le dan un tono emotivo que hace del relato también un homenaje, un reconocimiento a los hombres que trabajan (o trabajaban) la tierra, por ese conocimiento (por su total dependencia) de la naturaleza. El texto, hecho de varios bloques un tanto independientes, narra la infancia del protagonista trabajando en el campo, su desenvolvimiento, y la ruptura con ese mundo cuando su padre le manda con 8 años con otra familia de aprendiz de ditero.
David López Antequera, con “El creador de tiempo -entre puños y tic-tacs-”
Lo mejor del texto es la figura del relojero, atractiva, sugerente, con muchas reminiscencias en la literatura y el arte, por esa dicotomía entre el orden y el desorden que es también la del cosmos y el caos: de un lado la armonía de las agujas de los relojes y de otro lado el alboroto de la calle y los policías. Con todo, lastran al relato los adjetivos manidos (raído sillón, desordenada habitación…), algunos excesos verbales, la recreación excesiva en los sentidos y contrasentidos del tiempo y el final demasiado forzado.
David Romera, con “Johanna y Pinochet”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59376/johanna-y-pinochet/
Escrito como una entrada en su diario, una reflexión poliédrica que es o quiere ser también una despedida (la renuncia a seguir escribiendo ese diario como consecuencia de la renuncia a trabajar otro verano de portero), el narrador encauza el texto con la vida de la pareja del 4º: Don Alfonso, un tipo fascista, clasista, agresivo, y su pareja, Yohanna, una mujer atractiva que llegó al vecindario tres años antes. La información, que aparece al principio dispersa, va dando forma al envés del ascenso social de Yohanna: el maltrato que recibe de Don Alfonso, la violencia doméstica que, prevé el portero, también sufrirá la niña de la que está embarazada.
Esther Torres, con “Susurros de una voz que no proyectaba”
El relato tiene una carga emotiva sutil que funciona muy bien: reubica al protagonista (y su oficio) con una tabla de valores alternativa. El narrador renuncia a otras figuras con más lustre; enfoca solo a Manuel, apuntador, y saca de su papel secundario los mejores valores del teatro: la emoción, la profesionalidad, el compañerismo, etc. Lo usa de ejemplo, de referencia, con un primer párrafo muy potente: “Cada vez que el personaje abandonaba el cuerpo del actor ahí estaban esos ojos que sostenían el alma devolviéndolo a la escena a través del susurro”.
Eva Rodríguez Martín, con “Calcio”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59456/calcio/
A partir de la experiencia de un médico en su primer destino, el narrador hace una buena fotografía de la España rural de los primeros años de la posguerra (no hay hombres jóvenes en el pueblo): aparecen la pobreza, la condiciones durísimas de vida, la ignorancia, el poder y perversión de unos pocos (el cura, por ejemplo) o el hambre. La escena final, muy potente, le sirve al protagonista casi de epifanía, de explicación global: ve a dos madres obligando a sus hijos a chupar las paredes encaladas.
Fran Nore, con “De Greta y otros oficios de cantina”
La estructura del relato tiene dos partes: una primera que es una presentación de Greta, con el determinismo de su vida de prostituta (y bailarina en una cantina) y las reacciones que alienta, y una segunda que es una conversación suya con un pretendiente, y cómo este, mientras actúa Greta, intenta conocerla, verle las dos caras. Bien escrito. Con descripciones afortunadas.
Francisco Javier Brenes, con “Mi treinta y único amor de oficina… y se me murió”
El relato queda un tanto desordenado: desaprovecha su potencial narrativo. Pero es una buena historia: en la presentación negativa, desagradable, crítica, de su trabajo, asoma una relación sentimental entre Rosa y el protagonista que acaba demasiado pronto cuando él decide abandonar la empresa. Con un corte abrupto en el desarrollo de la historia, el narrador vuelve a saber de Rosa porque esta quiere darle un beso antes de morir en el hospital. “Dame un beso, grandísimo ingrato amor mío”, le dice, descubriéndole al lector lo que el narrador y protagonista no entendió entonces y no pudo contarle en su relato de los hechos.
Gabriela Camberos Luna, con “Cómo será en Finlandia”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59054/como-sera-en-finlandia/
Una denuncia feroz, durísima, pero contenida en la forma, sobre la situación de los maestros en México. Muy bien resuelto, se maneja en dos niveles para mostrar el drama de la educación y la sociedad mexicanos: Uno primero, más obvio, con la situación de la narradora: maestra precaria, que muestra una realidad que desborda los recursos, inmanejable, y los esfuerzos de los docentes por ganar la batalla para sacar adelante a esos chavales y dignificar su profesión. Y uno segundo, con la personalización del drama social en Pedro, un alumno que para terminar su caligrama (una gota de sangre) se corta las venas.
Jesús Manuel Roldán, con “No todo lo cuadriculado es recto”
Retrato cruel de un empleado de una oficina de empleo: meticuloso hasta ser maniático, machista, materialista, engreído e insolidario. Una denuncia a la falta de empatía con quienes pierden su empleo, a la ritualización de la burocracia, usada como cortafuegos. El personaje queda bien dibujado: logra presentarlo con todos sus defectos sin caer en lo grotesco, en lo caricaturesco. El título es quizá demasiado obvio.
Jesús María Martínez del Rey, con “Los invisibles”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59243/los-invisibles-2/
El comienzo prometedor, aunque recurrente, anuncia un relato negro estándar que en seguida crece, se vuelve más ambicioso, con un protagonista atractivo, bien construido, que muestra también otras caras (su vida familiar, por ejemplo), que lo revelan como mujer. La estructura del relato es eficaz, con una presentación no lineal que intercala fragmentos del asesinato en una narración mayor en la que late, al fondo, la angustia y la desesperación por no trabajar, por volverse de pronto invisible, excluida de la sociedad por quedar fuera de sus mecanismos de producción.
José Vicente Navarro González, con “Un buen trabajo”
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Un relato divertido que lleva al extremo las condiciones laborales que impone un periodo de prueba. Sin una estructura demasiado audaz, cuenta cómo según van pasando los días el protagonista encuentra más dificultades para cumplir con sus tareas en una comunidad de vecinos. Al final se revela el periodo de prueba como un juego cruel de los empresarios para divertirse con sus candidatos. Es ameno, ocurrente, bien escrito.
Juan Carlos Melero Ibáñez, con “Empathy o la conjura de las hienas”
El relato funciona a un tiempo de historia de una venganza y de historia de una redención. Le dedica más tiempo a la primera, con la presentación de un jefe tirano y las consecuencias de plantarle cara: la caída en desgracia de Pablo, que sus compañeros aceptan sin remilgos; y su respuesta, con una denuncia que acaba con su jefe despedido. La segunda, casi un apéndice al final, innecesaria, es su decisión de apostar por un nuevo proyecto, reinventarse. Presenta bien el tema del acoso laboral, pero le queda un tanto maniqueo, sin matices, con el narrador demasiado cerca del protagonista, demasiado compenetrado con él para presentarse como omnisciente.
Laura Montesku, con “Un trabajo”
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El relato, como propuesta experimental, es interesante aunque poco osado: las alternativas que baraja para darle el timón al lector son muy pocas y la mayoría acaban en vía muerta. Como ejercicio literario, con la historia que late debajo y la actitud ambigua y cansada de la narradora (minada su autoestima), es más valioso. Muy bien escrito. Verosímil. Incisivo. Nada complaciente.
Laura Muñoz Liaño, con “Se escribió en una cerrajería”
El relato funciona, en su primera parte, como alegoría, con las llaves como la sinécdoque que explica las vidas de los clientes de la cerrajería, que las reconstruye, a partir de sus necesidades. Funciona también de síntoma de un cambio (a peor) en el mundo, en el que la narradora juega el papel de carcelera, la que custodia las llaves: Una metáfora que engarza bien con la segunda parte de la obra, que es una ampliación de información de la vida (laboral) de la protagonista, también como (co-)guionista de un drama carcelario. Las fotos, el tráiler de Violetas e incluso la localización de la cerrajería a través de google maps enriquecen un texto que resulta emotivo, sincero, honesto.
Luca Bia, con “¿Quién es Max Röländer?”
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El trabajo del narrador, en la recepción de un hotel, lo convierte en testigo de las vidas efímeras de los huéspedes, en las que se adentra superficial pero incisivamente. El tiempo de la historia son unos pocos minutos con los que pergeña un cuadro con tres o cuatro personajes que parecen formar parte de un mecanismo mucho mayor. Es un texto bien escrito, sugerente, con buenos diálogos y una reflexión de fondo que, sin resultar pretenciosa, apunta a temas de calado.
Mar Rodríguez Vicente, con “Así comenzó”
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Relato eficaz, interesante, ágil, que fluye a partir del conocimiento paulatino del protagonista por parte de la narradora, propietaria de la tienda donde él es vigilante de seguridad. La anécdota central, con el engaño que perciben pero que no pueden evitar, funciona (sintética, muy bien contada) también como punto de inflexión en la relación de ambos personajes, que se vuelve de pronto más cálida, completado ese acercamiento.
Marta Posada, con “Moura, 17 de febrero de 1960”
Con una carta a su madre, la narradora, maestra rural en Galicia, hace un bosquejo del pueblo a través de sus alumnos y otras personas de su entorno. No le gusta la aldea, pero la llena su profesión, enseñar a los niños. Trasmite vitalidad, generosidad, bondad: el vocabulario y las expresiones, pero sobre todo la actitud que asoma de la narradora, con tanto fondo, tan bien trabajada, hacen del relato un testimonio absolutamente verosímil.
Moraima Feijoo, con “Diario de teleoperadores y mendigos”
Las fotografías del comienzo constituyen por sí mismas una secuencia narrativa interesante: funcionan con plena autonomía para contar la historia que desarrolla luego el texto: La rutina laboral de una teleoperadora, también con sus quejas (salario bajo, presión, dolor de espalda, etc.), que sirven de preámbulo a un último párrafo más pesimista por los sueños rotos. Funciona bien, construido como una reflexión ininterrumpida en la que la enumeración de rutinas se detiene para mostrar una amargura más esencial.
Nataliya Kolesova, con “Los mon chéri del señor Pardiñas”
Un buen relato, sobre todo con su desenlace: Una narradora un tanto paranoica descubre que detrás de lo que ella cree que es un plan (rocambolesco) para asesinarla hay solo un anciano casi analfabeto que busca las palabras con las que despedirse de su hija. Queda bien resuelto, emotivo, sugerente. Pero lastra al texto su comienzo, con una primera frase algo tramposa, con ese “sabía”, un cierto desajuste temporal, con los distintos domingos en los que se producen las acciones relatadas y esa digresión larguísima sobre las manos y el olor a lejía (que rompe el ritmo del relato, y que no se justifica ni siquiera como posible causa de esa paranoia).
Sara R. Gallardo, con “El maquinista”
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Con un ritmo muy trabajado, como prosa poética (como poesía en el borrador que fotografía), el relato funciona como alegoría: las vías del tren como el camino marcado del que uno no puede salirse. El protagonista, maquinista con una hoja de servicios ejemplar, decide un día parar, fugarse por fin. Es una vuelta interesante al tópico de la lucha entre la voluntad y el determinismo.
Soledad García Garrido, con “El telegrama que no era urgente”
El narrador es cartero: el relato es la narración de su rutina con el reparto de cartas y telegramas y una confesión, su interés mórbido por conocer la vida de los demás, cómo abre las cartas para enterarse de lo que les pasa. Bien escrito, el texto es efectivo, entremezclando las condiciones penosas del reparto con el calor y las cuestas y sus consideraciones en torno a su curiosidad desatada. El final, bien resuelto, es un paso más: decide no ser solo testigo, también intervenir en esas vidas, alterarlas.
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Gregorio-Jesús González de Diego, “Ropa sucia por lavar”
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Un relato desgarrador sobre la vida de la Sole, prostituta, y su familia (su madre, ya retirada, a su pesar, y su hermana pequeña, que será también prostituta pronto), con la omnipresencia de “Dos gardenias” para potenciar la escenografía. El narrador, omnisciente, registra al final también la vida de la Sole ya de anciana: tempus fugit. Está bien escrito, la historia es buena, pero con una estructura poco audaz, con el desfile de clientes y pretendientes para componer el cuadro, y un final sin contrapesos, poco medido su dramatismo.