EL BESO QUE NO FUE
Siempre a punto de ser, a un segundo de corporizarme. Sentía que era un imán pero no para atraer metales, sino bocas, labios anhelantes que podían encender leños con solo aproximarse. Los acompañé durante un tiempo que pareció interminable. No entendía esa prohibición de ser al que ellos parecían confinarme, mientras era testigo del temblor...