CLUB DE LECTURA
Cuando llegó al tanatorio Serafina se abalanzó sobre su hermano, mi abuelo Boaventura, y con el dedo índice le apuntó a los ojos moviendo la muñeca con tanta vehemencia que los dijes de su pulsera repicaban la hora, además le echó encima su enorme escote y siseó alargando la lengua; no supe qué decía, solo...