El abanico
El olvido La silla era cómoda, pero demasiado pequeña para mí. Sobre el mantel humeaban dos tazas de té. En una bandeja de plata, unas pastas de colores desprendían un aroma delicioso. La señora Jones volvió de la cocina, seguida de Sansón. El gato se acomodó en un gran cojín enfundado en terciopelo y empezó a comer con avidez las galletas que le...