HISTORIA CON LECHE Y VAINILLAS
Mi padre fue un hombre de pocas palabras. Sólo contaba recuerdos alegres; los tristes, simplemente los olvidaba. Entre los primeros, que ponía un brillo especial en sus ojos chispeantes y azules, había uno que yo escuchaba encantada porque él reía, increíblemente feliz, al evocar una escena tan amada de su infancia. Cuando era pequeño, quizás...