Corazón de tiza y pizarrón
Si alguien me hubiera dicho que ser maestra era una tarea fácil, a mis 8 años, cuando jugaba a serlo, le hubiera dicho que sí. Amaba enseñar a mí hermanita que era un año menor que yo, a sumar y restar. A escribir cuentos de hadas y princesas dónde ella y yo éramos las protagonistas....