El agujero de la tiza
Son las 5:50 de la mañana. Suena el despertador y, con poca pereza, salto de la cama. Tras ponerme los leggins, el corrector de ojeras y tomarme un café, cojo la mascarilla y abro l puerta. Dicen que no es obligatorio llevarla pero prefiero prevenir que curar. Al salir a la calle, se agradece el...