Huérfanos de propósito
Qué grande la cama. Qué quieto el sofá. Cuánto tiempo, ese que nunca tuvimos, se nos escapa como polvo fino entre los dedos. Qué secas las manos, ahora que no recogen la lluvia de tu piel cuando, aun agotados, todo apenas está empezando. Sin mi placer, sin tus risas, sin la fuerza de tu pelo,...