Leyó en alguna parte que escribir un libro no tenia que ser tan difícil. Bastaba con contentar a los vivos y dejar a un lado a esos escritores que tanto dice admirar la gente y que están muertos, ellos no nos van a leer. Balzac, Proust, Stendhal. Quién coño lee a esos dinosaurios. Quedan muy bien en la biblioteca, pero confiésalo, no has pasado de las veinte primeras páginas, cuando no has abandonado en las veinte primeras líneas.

La cuarentena se le antojó la excusa perfecta para retomar el camino iniciado tantas veces con una ilusión y pasión desmesuradas y como tantas otras, finalizó con la misma brusquedad e ímpetu con que las empezó.

Con esa premisa envolviendole el optimismo se sentó frente al ordenador y por enésima vez abrió un word con la idea de escribir una novela.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS