A oscuras
La brisa corría por el sendero de la villa. Las mujeres iban presurosas. Las lágrimas bajaban por el rostro de otros tantos que temían ser infectados. Las bocas tapadas, las manos cubiertas, los pies calzados y de algunos la conciencia vacía. El almacén abrió sus puertas a las 10.00 de la mañana. Ellos rondaban en...