¿A qué le temes?

¿A qué le temes?

Si por tanto tiempo te quejaste de no poder parar,

Si la maldita costumbre te robo el privilegio de estar en silencio,

Si los afanes no te permitían descansar,

y ahora, tener tiempo para ver a los ojos a aquellos que amas,

se convierte en un sortilegio que se desborona con el ir y venir de los días

y mirar el reloj sin contratiempo, ¿sabes dónde lo dejaste? sabes dónde está ese aparato que controlaba tu vida y que ahora ni usas.

¿A qué le temes?

Si siempre manifestaste que la humanidad necesitaba una lección,

porque había «mucho humano y poca humanidad»,

entonces la crueldad tácita que hay en el mundo, la tienes en tu propia manera

de ver lo «necesario», de tu poca capacidad para agradecer lo verdadero y justo,

aquello que no puedes ver en las vitrinas de tu alma.

Entonces tienes dos elecciones continuar abasteciéndote de orgullo

y pisotear a los demás con tu egoísmo y las cuentas por pagar,

llenar tus alacenas con fascismo, racismo y contaminación.

O por el contrario aprendes a respirar el mismo aire de aquellos a los que probablemente elegiste o la vida eligió por ti.