Todo empezó esa mañana, cuando, al despertar te levantaste como todos los días.

       Un incipiente dolor de cabeza comenzaba a aquejarte. También, tenías algo de tos.

       No dijiste nada a tu familia. Actuaste como si nada ocurriera, comenzando con tu labor cotidiana….

       Aseaste un poco tu casa…diste de comer a tus compañeros perrunos y gatunos…Limpiaste lo que habían depositado. Nunca te gustó llegar del trabajo y encontrar desorden en tu hogar. Ello…a pesar de vivir sola, y disfrutar de la familia no humana que habías elegido.

       Ya en tu trabajo, comenzaste a sentir frío, a pesar de no estar el aire acondicionado, encendido. 

        No dijiste nada  y proseguiste con tu labor.

        No era tu costumbre, mirar las noticias televisivas. No tenías mucha confianza a los comunicadores sociales, pero…un día, al regresar a tu domicilio, te enteraste de la existencia de un virus que estaba generando catástrofes. en el mundo. 

        Constate que los síntomas que informaban eran coincidentes con los tuyos, motivo por el cual, y ya asumido el impacto emocional, adoptaste la decisión de cuidar a los que más apreciabas: tus hijos, a quienes amabas sobre todas las cosas, y {os pequeños seres que dependían de vos. 

          Con los recaudos necesarios, te dirijiste a un comercio alejado, hiciste las compras necearias, y te atrincheraste en tus muros.

          Así, pasaron los días, (la verdad, no los contaste), sientiendo que, poco a poco, la fiebre bajaba y la tos disminuía,

           Llegado el momento, a través de un llamado telefónico, a un número oficial, 

vinieron a hacerte un estudio que disctaminó que lo que te aquejó, ya se había ido.

          Eso si, nunca dejaste de encender esa llama verde que significa la luz de la esperanza.

            MORALEJA: TENGAMOS FE Y SEAMOS RESPONSABLES                    

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