No hace falta
Mi hijo Matías me pidió que abriese la ventana para escucharos. Fue entonces cuando noté vuestra presencia. Vuestro ocupar las calles vacías. Al principio pensé en eso, en una ocupación. O mejor dicho, en la invasión. En que habíais aprovechado nuestra retirada para anidar en cada rama y en cada hueco de ladrillo. Pensé que...