EL DIOS DE LA PANDEMIA
Se atribuyó a la pandemia la magia de transformar en felicidad y clarividencia, la más ruin de las necedades. Así que todos nos besábamos, con la esperanza de quedar contagiados. Y vaya que si nos contagiábamos. Y nos quedábamos en casa, pálidos, ojerosos, asfixiados en nuestra propia falta de criterio. Para eso no hay respirador...