Pueblo blanco
Entré en el salón sonriendo, como todos los días. El profesor me esperaba detrás del escritorio, con la misma expresión de siempre. Me acerqué a mi asiento habitual y coloqué mi mochila sobre el pupitre. No miré hacia las otras sillas porque me deslumbraba el brillo proveniente de los asientos vacíos, así como me aturdía...