Adán era un tío bastante machista. Y a mí me valía madre que fuéramos los únicos. Yo quería encanto, conquista, pasión. Ya saben, lo que toda chica quiere. No esperaba una cena a la luz de las velas, pero sí algún gesto romántico de su parte. Sin embargo, él consideraba que no tenía que hacer nada para seducirme y que yo estaba obligada a aparearme.

¿Pues sabes qué, cariño?

No es no.

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