Si me permitís voy a intentar presentarme y contaros como llegue a este pueblo de la provincia de Teruel. Me trajeron subida a un viejo camión del que me bajaron varios hombres, tuvieron suerte de que viniera por piezas, de esto hace muchos años.

Me llamaron la «Tejeria» porque según escuche en este mismo lugar se elaboraban tejas en tiempos atrás. ¿Como soy? mi base es cuadrada pero a medida que asciendo en altura voy abriéndome hasta casi duplicar el ancho de mi base.

Escuche de otras fuentes en la villa, incluso una mas grande y vieja que yo, pero solo tiene un caño y para llenar los cántaros las colas eran larguísimas. El primer día que experimente a mi compañera el agua, deslizándose y mojando mis paredes de piedra, supe que nos íbamos a llevar bien.

Martina y Gonzalo vienen de dar de comer al ganado en el corral; han dejado los cántaros llenándose aquí. Están sentados juntos pero sin tocarse, mirando como el cielo se torna rojo. «Mañana hará viento «-dice Gonzalo-.

Me gusta el atardecer- ¿Qué vamos hacer?-pregunta ella. » Yo creo que debemos irnos a Barcelona» – dice él. Me da miedo- añade ella, los chicos son muy pequeños; aquí tienen amigos, no se acostumbraran a vivir en la ciudad.

«Sabes que cierran la escuela, yo quiero que estudien, que tengan un buen futuro, tan solo hay ocho niños en el pueblo»-dice él. Pero podemos hacer como los molineros que los hay llevado al seminario, allí pueden estudiar gratis -responde ella.

«Mi hermana me ha dicho que en Barcelona hay trabajo, que en su fábrica `puedo ganarme un buen salario y que las comodidades de la ciudad son tantas, que vivir en este pueblo es quedarnos atrasados»- responde él.

«¿Estás oyendo eso?- pregunta el agua. «Si- contesta la fuente- otros que se van , no lo entiendo, como pueden querer dejar de mirar estos paisajes, adiós a ver amanecer y atardecer, a la osa mayor, al carro y las estrellas colgadas en el cielo; a cantar jotas y tocar la bandurria en la puerta de las casas cada vez que alguien saca un botijo o bota de buen vino. Sigo sin comprenderlo, cada día el pueblo esta mas vacío»

Vale, -dice Martina- podemos irnos a mediados de agosto; así damos tiempo a tu hermana para que pregunte por un colegio para los niños. ¿Y qué vamos hacer con los animales?.

«Lo que te dije ayer, vendérselos a Fernando que seguro que nos los compra». ¿Y las tierras ?- insiste ella. » No, las tierras no las quiero vender, antes las dejo yermas. No sé, de momento ahí se quedan; con lo que saquemos de los animales tenemos para el viaje y pasar un mes hasta que yo comience a trabajar» dice él.

«Yo no me quiero ir -comenta la fuente al agua- pero quizás algún día a nosotras también nos lleven lejos. Los cambios llegan y pueden arrasarlo todo «.

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