El péndulo de Motatán

El péndulo de Motatán

Frente al lago y al último sol del día, recostado en el chinchorro recordé que seguíamos la ruta que los alemanes señalaron donde se hallaría petróleo, así llegamos a la desembocadura del río Motatán en el lago Maracaibo, reconstruíamos el inicio de la explotación bituminosa.

Observé las añosas bases carcomidas por el agua de aquellos viejos palafitos.

-Avanzábamos lentamente por el río Motatán buscando la entrada hacia el lugar que los antiguos habitantes llamaban “Mene”, donde brotaba el petróleo, a flor de tierra sin necesidad de perforar.

-Eufrasio recorrió aquellos canales y sus angostillos de madera una y otra vez, durante cuarenta años, cobraba cinco bolívares al mes por cuidar cada palafito…ahora sólo los restos de su canoa, sin su calafate, anclada en el tiempo nos indicaba dónde teníamos que desbrozar para llegar al terreno…

La brisa del lago traía consigo las voces lejanas aferradas en los restos materiales:

“¿Qué por qué me vine?……….me vine con mi madre, a muy tierna edad…a pie… ¿las razones?… una mujer abandonada, que se le había muerto una hija, y tenía otro hijo menor que dejó en el Dividivi, para mantenerlos me trajo con ella, a trabajar… soy hijo de Angelina Naranjo…esas fueron sus razones…a trabajar”

“No me quedé eran condiciones inhumanas, en las madrugadas los caporales, trinitarios, curazoleños o americanos… de cualquier parte… puyaban a los trabajadores en el piso o los chinchorros a ver si estaban vivos y si no respondían los enterraban y ponían un tubo de hierro con un número en el cementerio improvisado… allá entre aquellos algarrobos, a eso le pasaron las máquinas para construir la carretera… hasta los huesos se fueron, o mejor dicho los enterraron más”

“de todas partes venían en las goletas, eran miles buscando trabajo, algunos los conseguían no más llegar…entonces era el paraíso para los desamparados;… otros, dormían donde caían esa noche… hasta que llegaba el paludismo”

Los motataenses del lago se fueron al Mene y quedaron sus casas, tres perros bravos, para defenderlas, una mujer, Cándida, que le hablaba a los canes y Eufrasio con su chalupa que recorría los recuerdos de cada casa, de cada uno de los habitantes, con sus saludos madrugadores.

En un agosto preñado de calor una borrasca se llevó todo… la canoa de Eufrasio quedó sin carenar,y él, ya viejo, flotaba envuelto por las aguas… finalmente Cándida cerró lo que quedaba y se llevó a los perros y vive, dicen.. quizás…en San Timoteo.

Otra he vez vuelto, tornaron los buenos tiempos, pero se están yendo otra vez… la plata no alcanza, se van a buscar a Dios por otros lados y crear nuevos pueblos, luego los dejan y vuelven…mientras los palafitos mueren por falta de voces…alegres o tristes pero voces, así es la vida…muere otra vez Motatán, ahora es San Timoteo o como quieran llamarlo…dejan los palafitos que se los coman el agua y el abandono, porque ya no hay un Eufrasio para cuidarlos…solo ese sol amarillo que teje el tiempo.

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