DESAPARECIDO
Apenas amaneciendo, Adriano San Marino abre los ojos. Como buen hombre de campo, madrugador, se adelanta al canto del gallo y por más que la fortuna le permitió rodear de lujos a su numerosa familia, no abandonó su hábito de trabajar en tanto esté la luz del sol. Sus abuelos fundaron el pueblo donde nació,...