El refugio
– No te equivoques hija, no nos íbamos con pena. Nos íbamos hartos de trabajar y esperanzados. (Paras, tragas aire, piensas y continúas. Yo escucho.) -La llegada de las máquinas no nos hizo sentir que sobrábamos, nos hizo respirar de alivio y nos permitió sacudirnos la miseria y el dolor de riñones. ¡Ahí es nada!...