Salvador Guerra
1. La encontré tumbada sobre la alfombra. Pensé en gritar, pero me pareció inútil. Estaba muerta y mis alaridos no la iban a revivir. Durante largo rato contemplé su cuerpo despatarrado. Luego me acerqué y vi su rostro pálido, compungido y melancólico. Sus insondables ojos verdes seguían abiertos y me miraban fijamente. Los cerré con...